Las estrategias comunicativas tienen que adaptarse a cada persona y a la evolución de la enfermedad. Para que la comunicación sea más efectiva, podemos seguir una serie de recomendaciones. El objetivo es comprender mejor las necesidades, deseos y emociones de la persona con Alzheimer.
- Mostrar un interés genuino por aquello que la persona afectada intenta comunicar. Así, se puede facilitar la expresión de sus deseos, necesidades, emociones y sensaciones, lo que es clave para su bienestar.
- Evitar o minimizar los entornos ruidosos. Un ambiente ruidoso, con mucha gente o con varias conversaciones a la vez, supone una dificultad añadida en la comunicación.
- Dar tiempo, facilitar y no interrumpir. Si se pierde la paciencia y se terminan las frases por ella, perderemos los detalles y podemos estar impactando negativamente en su autoestima y seguridad en sí misma. Una opción es facilitar alternativas a las palabras que la persona no puede evocar. Imaginemos que, estando en casa, inicia esta frase y no consigue terminarla porque no encuentra la palabra adecuada: “Quiero ponerme la …”. Podemos sugerirle, pausadamente: “¿la bata?… ¿la chaqueta?”. O formular preguntas sencillas que pueden ayudarle a expresar lo que quiere, fomentado así su confianza y orientarnos acerca de lo que pretende transmitir. Siguiendo con el mismo ejemplo, podemos indagar: “¿Tienes frío?”. Ahora bien, si no es para facilitar su expresión ante una franca dificultad, es muy importante procurar no interrumpirle cuando ha comenzado a decir algo, ya que puede hacerle olvidar lo que quería expresar.
- Preguntar con opciones de respuesta concretas, que pueda responder con “sí” o “no”. O darle a escoger entre diferentes opciones. Por ejemplo, “¿Estás cansado?”, en lugar de: “¿Qué te pasa?”, o: “¿Qué prefieres: fresas o mandarina?”, en vez de preguntar: “¿Qué fruta quieres?”
- Repetir los mensajes tantas veces como sea necesario, procurando hacerlo siempre con las mismas palabras, excepto si nos damos cuenta de que no comprende alguno de los términos. Si cambiamos constantemente la forma de preguntar, sin esperar a que pueda procesar la información que ya se le ha dado, podemos confundirla todavía más.
- Potenciar la comunicación no verbal. Exagerar intencionadamente la expresión facial y los gestos, o modular el volumen o el tono de voz, facilitará que la persona afectada comprenda el mensaje que le estamos transmitiendo. Puede ser útil pensar en aquellos recursos que empleamos cuando tratamos de comunicarnos con alguien y no dominamos lo suficiente su idioma.
- Evitar la confrontación con la evidencia. Hay que recordar siempre que la actitud de la persona con Alzheimer normalmente no depende de su voluntad. Frases como: “¿Otra vez? ¡Ya me lo has preguntado tres veces!” o: “¿Cómo puede ser que no te acuerdes?”, cuando es la enfermedad la que le lleva a esa situación, solo conducen a generar frustración, irritabilidad, tristeza y retraimiento.
- Mantener la calma y ponerse en su lugar. Hay que empatizar con la persona con Alzheimer. No podemos pretender que ella se ponga en nuestro lugar, ya que le resulta imposible hacerlo, mientras que nosotros, aunque no siempre es fácil, sí que podemos hacerlo. A veces es preferible cambiar de actividad o probar de llevarla a cabo en otro momento antes que entrar en una dinámica conflictiva que sólo complicará más la situación. En ocasiones, también, las personas con Alzheimer pueden decir cosas hirientes. Más que tratarse de algo que piensan o sienten, determinados exabruptos deben interpretarse como un mecanismo de defensa, especialmente cuando se sienten acorralados, confusos, o se encuentran en medio de una discusión que no pueden comprender.
Estos consejos nos resultarán de ayuda para mejorar la comunicación con personas con Alzheimer, tanto en las primeras fases como en estadios más avanzados de la enfermedad, adaptándolos según la evolución.